Longitud: 675 m
Grado: 6a(V+)
Equipamiento: bolts, espits y pitones. Reuniones rapelables.
Material: 12 cintas expres y juego de friends.
Aproximación: 1 hora
Fecha: 20.09.2014
Hay vías que se resisten, bien porque el reto a asumir
supera nuestras propias capacidades, o porque una especie de mal fario se ha
cernido sobre tu elección. En el caso de la Neuronium al Tossal del Coscollet
se trata más bien de lo segundo. Su longitud no es superior a muchas de las
vías que he hecho este mismo año, el grado es más bien amable, el equipamiento
es bastante bueno, y la roca aceptable.
Ya hace un par de años la intenté con Juan Lazo, pero un
enorme buitre casi me arranca el cuero cabelludo, y entre embarques y quejas de
mi compañero por la calidad de la roca, decidimos bajarnos. Esta vez vengo con
Eduard Martínez, con quien he compartido esquí de montaña, pero no hemos escalado
nunca juntos.
Aunque nos levantamos temprano, esta vez no hemos dormido
en la cima del Tossal, y toca hacer la pista de 15 km, después bajar la canal y
hacer los tres rápeles hasta el pie de la montaña. El inicio de vía cuesta de
ver y aunque ya he estado tardamos algo en encontrarlo.
Vamos tarde, y empezamos la escalada a las 10:30 h. Recuerdo
perfectamente los tres primeros largos. Eduard, al igual que yo en mi anterior
intento, empalma el primero y el segundo sin problemas.
En el tercer largo hay un
inicio algo difícil, que en la reseña le dan A0. Pero de eso nada, imposible
llegar al otro bolt ni con pedal. Yo ya me conozco el paso, y hago una pequeña
travesía a izquierda a buscar presas y subir luego directamente hacia al otro
bolt. Sale un V+ bonito y atlético. Más arriba coser y cantar, y subo confiado sin
apenas poner seguros.
Últimamente mi confianza es elevada, y cuando el terreno
es fácil prefiero subir rápido y equipar lo imprescindible. Cuando llego a la R
veo la excursión de más de 10 m que he hecho. En ese momento recuerdo unas
palabras que me comentó el maestro Antonio G.Picazo, con quien tuve el placer
de compartir una escalada en la cara Sur de Montserrat. “Sigo vivo porque equipo
aunque no sea necesario”. Habría que hacerle más caso, pienso.
El siguiente largo ya es terra ignota y lo abre Eduard en
roca delicada de IV+, para montar R al lado de un árbol.
Eduard me comenta, con
razón, que vamos justos de tiempo. Habrá que darse prisa. Según la reseña que
llevamos el siguiente largo, de V/V+, sale recto, pero veo un bolt en travesía
descarada a la izquierda, y hacia allá voy. Luego otro bolt aún más a la
izquierda. Qué raro. Será otra vía ?. Destrepo y echo un vistazo por la
derecha, pero no veo ningún seguro. Así que vuelvo a destrepar y sigo el
itinerario inicial.
Los minutos vuelan. Ahora viene un paso de V+ curioso, pero
… qué narices, lo acero y escalo la última parte de IV+, desprovista de
seguros. Para ahorrar tiempo voy rápido y no pongo nada, hasta que llego a la
R5. Aquí mis recuerdos
son confusos. Y bien porque antes de poner la baga de anclaje me desequilibro o
bien por una maniobra equivocada, noto con horror que caigo hacia atrás. Con
pánico extremo intento coger la anilla de la reunión con uno de mis dedos, sin
éxito. Acto seguido veo pasar la pared a toda velocidad. Un vacío en mi
memoria. La sacudida ha debido de ser terrible. Mínimo 20 metros de caída. Colgado
de la cuerda, noto un fortísimo dolor en las cervicales y en la espalda. La
cabeza me da vueltas. Quiero bajar a la reunión. Eduard me comenta que he
perdido unos minutos el conocimiento. Poco a poco me descuelga y recupero algo
de material. Pero el último trozo de travesía me lo tengo que currar y con los
brazos me agarro a la cuerda hasta que llego a mi compañero. Le ruego que llame
al 112. “Pero Jose, si hacemos 4 rápeles estamos abajo y allí el rescate será
muy fácil”. “Imposible Eduard, no estoy en condiciones de bajar”. Mientras llega
el rescate me quito los pies de gato y me pongo el gore, pues empiezo a temblar
de forma incontrolada. Ya oímos el helicóptero de los GRAE, hacia las 13:00 h.
Dejan un rescatador, que me inmoviliza, y más tarde el helicóptero me saca con
un torno.
Entre los rescatadores está Miquel Blanco, el autor del libro de
escaladas del Alt Urgell, con quien comentamos el accidente. Pocos minutos más
tarde me depositan en la carretera, donde me espera una ambulancia medicalizada
y el personal médico me hace una primera revisión. Noto con dolor como unas
tijeras destripan mi goretex Haglofs nuevo, mi camiseta y el arnés.
En media hora ya estoy en Lleida y me ingresan en el
hospital Arnau de Vilanova. Vuelvo a comentar que me duelen muchísimo las
cervicales. Toda la tarde es un vaivén en la camilla de los rayos X al TAC, y
de ahí a otros exámenes. Un fuerte tranquilizante hace que un velo de
irrealidad se pose sobre mi conciencia. Al fin, ya de noche, me confirman la
fractura del hueso occipital del cráneo y posiblemente alguna vértebra dañada.
Estoy vivo de milagro. En estos tres días Alba me acompaña en este purgatorio
lleno de luces y enfermeras. Al cabo de cuatro días me trasladan en helicóptero
a la Teknon de Bacelona, donde me ponen el collarín definitivo. Serán 40 días y
40 noches con una coraza que oprime no solo mi cabeza, sino mis ansias de
escalar y de montaña. Y luego la lenta recuperación.
Ya en mi casa, todo el mundo estos días me pregunta si lo
voy a dejar y que si esto no habrá sido más que un aviso. Entonces sonrío y
evoco una frase en un libro que leí y cuyo autor ahora no recuerdo:
“El montañero escala no porque no tenga miedo a la muerte, sino precisamente porque ama
la vida “.
Quiero dar las gracias al personal del GRAE por el rescate jugándose el pellejo, y al personal sanitario del Arnau de Vilanova de Lleida y de la Quirón-Teknon de Barcelona por aguantarme.
Ah! ...y a Xavi Mountain por dedicarme esta viñeta!..
Un abrazo a tod@s,
Jose
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